Ermita del Castillo de Fariza

La Ermita del Castillo de Fariza: historia, mirador y cómo visitarla

La Ermita de Nuestra Señora del Castillo es uno de los lugares más especiales del Parque Natural Arribes del Duero. Se encuentra en un entorno natural privilegiado y forma parte de la historia viva de Fariza, un pequeño pueblo con fuertes raíces culturales. En este artículo exploramos el origen del santuario, su importancia cultural y cómo organizar una visita que combine naturaleza, senderismo y tradición local.

Un tesoro escondido en el parque natural de los Arribes

La ermita está situada a las afueras del casco urbano de Fariza, sobre un terreno elevado que ofrece vistas inigualables al río Duero. Desde ese punto, se puede apreciar cómo el río recorre la frontera natural entre España y Portugal, rodeado de enormes formaciones rocosas. En este lugar hubo antiguamente una construcción defensiva, y con el tiempo se transformó en un espacio dedicado a la fe, la calma y la contemplación.

Además de su valor espiritual, la zona destaca por su importancia ecológica. Forma parte de una reserva de la biosfera reconocida por la UNESCO y está incluida en la Red Natura 2000 como Zona de Especial Protección para las Aves. A pocos metros de la ermita se encuentra el Mirador de las Barrancas, una plataforma de observación que permite contemplar la profundidad del cañón y avistar aves como buitres leonados, alimoches, águilas o cigüeñas negras.

Cómo llegar a la ermita del Castillo

La ermita se encuentra a poco más de dos kilómetros del centro de Fariza, siguiendo una pista en dirección suroeste. Se puede llegar caminando desde el pueblo o también en coche por un camino de tierra bien mantenido. En ambos casos, el recorrido ofrece vistas abiertas del paisaje rural de Sayago, rodeado de campos, árboles autóctonos y cielos despejados.Acceso a pie desde el pueblo de Fariza

Acceso a pie desde el pueblo de Fariza

La caminata comienza junto a la iglesia parroquial y recorre un camino amplio y de tierra firme. Es una ruta fácil, de unos 2,5 km, sin cuestas pronunciadas, ideal para disfrutar del entorno sin prisas. A lo largo del recorrido es habitual ver aves, vegetación silvestre y restos de la actividad agrícola tradicional. Llegar caminando permite disfrutar de la tranquilidad del lugar y entrar en contacto directo con el entorno natural.

Acceso en coche y consejos antes de subir

También es posible acceder en coche desde el centro de Fariza tomando una pista de tierra señalizada. El trayecto es corto y suele estar en buen estado. Al final del camino hay una zona de aparcamiento habilitada a pocos metros de la ermita, desde donde se puede acceder fácilmente a pie.

Consejos útiles para una visita perfecta

Una escapada a la Ermita del Castillo y su entorno es una excelente opción para quienes buscan naturaleza, historia y tranquilidad. Para disfrutarla al máximo, conviene tener en cuenta algunas recomendaciones prácticas:

  • Mejor época para visitar: Las estaciones de primavera y otoño son ideales por el clima suave y los colores del paisaje. En verano, se recomienda ir temprano o al atardecer para evitar el calor.
  • Qué llevar: Calzado cómodo, agua, protección solar y algo para comer si se quiere aprovechar la explanada como zona de descanso.
  • Fotografía y observación: No olvides los prismáticos si te interesa el avistamiento de aves. El mirador es un punto excelente para ello.
  • Duración de la visita: Dedica al menos una mañana o una tarde completa. El lugar merece tiempo para recorrerlo con calma y disfrutar de cada rincón.

Historia y leyendas de la ermita

El origen del santuario se remonta a la Edad Media, cuando en este mismo lugar se alzaba una pequeña fortaleza que vigilaba el paso del río Duero. Con el tiempo, el castillo fue perdiendo su función defensiva y terminó en ruinas. Según la tradición local, entre las piedras caídas apareció una imagen de la Virgen, hallada por unos pastores. El descubrimiento se interpretó como una señal sagrada, y dio lugar a la construcción de una capilla que con los años se transformó en ermita.

La estructura actual fue reformada en el siglo XVIII. Se consolidaron los muros, se añadió una cubierta abovedada y se construyó la espadaña para colocar la campana. Todo el conjunto se mantiene en buen estado gracias al cuidado constante de los vecinos de Fariza, que han preservado la devoción popular y el entorno natural. La ermita, situada en un punto elevado, conserva restos de antiguos muros que probablemente formaron parte del castillo original.

La imagen de la Virgen del Castillo es una talla de madera policromada del siglo XV. Representa a la Virgen sentada con el Niño y conserva gran parte de su color gracias a recientes restauraciones. Cada año, durante las fiestas tradicionales, es trasladada en procesión desde la iglesia del pueblo hasta la ermita, en un recorrido que combina fervor religioso, identidad local y encuentro comunitario.

Pero la historia de este lugar va más allá del culto. Situada sobre la línea que divide España y Portugal, la ermita fue también testigo de episodios marcados por la escasez y la supervivencia. En los años posteriores a la Guerra Civil y durante la posguerra europea, el río Duero se convirtió en paso de contrabando. Muchas familias cruzaban de forma clandestina para intercambiar alimentos, medicinas o productos básicos, aprovechando el terreno abrupto y los caminos poco transitados de La Raya.

Desde la explanada de la ermita se domina una amplia vista del valle y del recorrido del río, lo que la convirtió en un punto estratégico para vigilar los movimientos a uno y otro lado de la frontera. Algunas personas subían hasta allí para comprobar si el paso estaba libre o si había presencia de patrullas. Hoy, ese mismo mirador que invita al descanso y la contemplación guarda también la memoria silenciosa de quienes, en tiempos difíciles, dependieron de este paisaje para sobrevivir.

El mirador sobre el Duero: una vista inolvidable

Más allá de su valor simbólico y su historia, la ermita ofrece uno de los puntos panorámicos más impresionantes del Parque Natural Arribes del Duero. Justo a su lado se encuentra el Mirador de las Barrancas, una plataforma metálica que permite asomarse con seguridad al cañón del Duero, un paisaje abrupto donde el río discurre entre paredes de roca que superan los 200 metros de altura. Desde este punto, se distingue con claridad cómo el Duero traza la frontera natural entre España y Portugal.

Además de su valor visual, el mirador ofrece una oportunidad única para observar la fauna del parque. Es un lugar excelente para ver aves rapaces como buitres leonados, alimoches o incluso el águila real, especialmente en las primeras horas del día. También hay paneles informativos que explican la geología del entorno y el valor ecológico del Parque Natural Arribes del Duero.

Pero más allá de los datos, lo que realmente hace especial este lugar es la sensación que provoca. El silencio, el viento, la inmensidad del paisaje y la presencia de la ermita crean una atmósfera difícil de olvidar. Es un sitio que invita a detenerse, respirar y dejarse impresionar por la belleza salvaje de esta frontera natural, que durante siglos ha unido a las comunidades de ambas orillas a través de costumbres, fiestas y caminos compartidos.

Fiestas y tradiciones vinculadas a la ermita

Cada año, el primer fin de semana de junio se celebra la Romería de los Pendones, la fiesta más conocida vinculada a la Ermita del Castillo. Ese día, la imagen de la Virgen es llevada en procesión desde la ermita hasta la iglesia parroquial de Fariza, acompañada por vecinos de la zona y visitantes llegados desde Portugal. Durante el recorrido, cada pueblo participante porta una bandera alta y colorida, que representa a su comunidad y forma parte de una tradición ancestral.

Semanas después, en una segunda celebración, la imagen regresa desde el pueblo hasta su lugar habitual en la ermita. Esta procesión también está acompañada por cantos, ofrendas y una misa campestre en la explanada. La jornada continúa con una comida compartida al aire libre, danzas tradicionales y la subasta de las roscas, unos panes dulces decorados que forman parte de la ofrenda popular a la Virgen.

La tercera fiesta del año tiene lugar el 15 de agosto, coincidiendo con el Día de la Asunción. En esta ocasión, los vecinos suben directamente a la ermita para celebrar la eucaristía y pasar una jornada de convivencia. Aunque más sencilla que las anteriores, esta cita mantiene el carácter espiritual del lugar y refuerza el vínculo que une a la comunidad con su santuario más emblemático.

La ermita como espacio para grupos y actividades especiales

Además de las celebraciones religiosas tradicionales, la Ermita del Castillo también se ha convertido en un lugar de encuentro para actividades espirituales, culturales y de bienestar. Su entorno natural, la tranquilidad del lugar y el simbolismo del paisaje la hacen ideal para prácticas como el yoga, retiros en grupo o momentos de meditación colectiva. Varios grupos han encontrado aquí un espacio propicio para reconectar con la naturaleza y consigo mismos.

También es posible reservar la ermita para celebraciones íntimas como bodas, bautizos o eventos especiales vinculados al entorno y la espiritualidad. El merendero situado junto a la ermita ofrece un espacio perfecto para prolongar la jornada en convivencia, con vistas espectaculares y el ambiente sereno de los Arribes. La comunidad local acoge estas propuestas con respeto y compromiso, manteniendo el equilibrio entre tradición y nuevas formas de conexión.

Dónde alojarse en Fariza: descubre La Rueca

Si quieres pasar unos días en la zona y explorar con calma la Ermita del Castillo y su entorno, La Rueca es una opción perfecta. Es una casa rural de uso privado, situada en el propio pueblo de Fariza y a pocos minutos de la ermita, que se alquila completa para que disfrutes de total privacidad. Aquí encontrarás un ambiente tranquilo y auténtico, rodeado del paisaje característico de Sayago y con fácil acceso a miradores, senderos y bodegas de la Ruta del Vino.

Nuestra casa está pensada para grupos: familias, amigos o colectivos que viajan juntos y quieren un espacio amplio donde compartir su estancia. Cuenta con varias habitaciones, salón, comedor, cocina equipada y zonas exteriores para relajarse o comer al aire libre. Podrás disfrutar de cada rincón a tu ritmo, como si fuera tu propio hogar en los Arribes.

En La Rueca cuidamos cada detalle para que tu experiencia vaya más allá de un simple alojamiento. Podemos orientarte sobre rutas, actividades y visitas para que aproveches al máximo tu tiempo aquí, combinando naturaleza, cultura y gastronomía local. Te esperamos con la hospitalidad de siempre y un entorno que invita a desconectar, convivir y crear recuerdos en uno de los lugares más especiales del Parque Natural Arribes del Duero.

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